La Laguna de Chicabal: un lugar mágico que te invita a quedarte

La Laguna de Chicabal es un lugar que me llamaba a visitarlo desde hace algún tiempo. Finalmente tuve la oportunidad de visitarlo, y la verdad, les puedo decir que la experiencia es indescriptible, un instante que merecemos vivir.

La laguna se encuentra dentro del cráter del volcán del mismo nombre, ubicado en San Martín Sacatepéquez, Quetzaltenango, a 2900 metros sobre el nivel del mar. Considerada un lugar sagrado por la cultura maya, en la misma se realizan rituales dedicados al Dios Mundo, pidiendo lluvias abundantes y buenas cosechas. Cuenta la leyenda que una vez, la laguna se molestó con los habitantes del lugar porque se bañaban y lavaban sus ropas en ella, por lo que un día decidió irse y escaseó el agua para todos. Los abuelos, arrepentidos, pidieron nuevamente agua a la laguna. Un día, fueron avisados de que la laguna regresaría, pero escondida en el corazón del volcán. Esa misma noche, un fuerte trueno les avisó que la laguna había vuelto al cráter del volcán, por lo que fue llamada Laguna de Chicabal, que significa “donde truena antes de llover”.

Siempre digo que debemos disfrutar el camino, tanto como el destino. Las montañas que rodean Quetzaltenango nos regalan una vista espectacular con un clima muy agradable; un paisaje pintoresco con cielos preciosos.

En la entrada hacia el volcán, inicia un camino en pendiente que se va abriendo paso hacia una comunidad que rodea la angosta carretera. Cultivos, casas, lugareños, así como algunos perros y gatos se asoman al paso de los vehículos que visitan el lugar. Al llegar, los toritos esperan a los visitantes para que inicien la subida; se trata de pick-ups con conductores expertos en el camino, que espera mientras se asciende para visitar la laguna.

Luego de un ascenso interesante, ya sea a pie o en los toritos, se llega al área de los miradores, los cuales ofrecen una vista espectacular. Desde uno de los miradores, si el día está despejado se puede observar los volcanes Santa María y Santiaguito; desde el otro mirador se observa la Laguna de Chicabal.

Desde allí inicia el descenso hacia la laguna, recorriendo las casi 600 gradas que conducen hacia la misma. Al llegar, esta preciosa laguna rodeada de vegetación nos recibe, respirando el aire fresco y puro que produce un efecto de calma y paz. Mientras se pueden observar los altares característicos del lugar, las flores que se han colocado a la orilla de la laguna derivado de los rituales mayas, encontrando también un área para acampar. Se puede caminar alrededor de la laguna, a lo largo de cuyo sendero se atraviesa por diferentes tipos de vegetación, la cual rodea el lugar.

Otro de los espectáculos realmente extraordinarios es la llegada de la neblina, que asoma cubriendo el lugar en su totalidad, y de la misma forma como llega, así también se disipa. Verdaderamente, no encuentro las palabras para describir las sensaciones que la Laguna de Chicabal nos permite vivir, por lo que es preciso que cada persona lo viva, lo sienta, lo acaricie, se lo regale, permitiéndose un instante de magia, vida y amor. Un momento que sin lugar a dudas despierta los sentidos, y nos conecta con la más grande esencia del amor, con el creador del Universo.

Luego de lo vivido y experimentado allá abajo, cada paso de vuelta va repleto de la magia del lugar, recordándonos que la vida es un instante, y que para ser feliz verdaderamente, vale la pena regalarnos este tipo de momentos que quizás no vuelvan más.

SOBRE LA AUTORA:
Erika Barrientos es mercadóloga, emprendedora y coach de vida. Una mujer apasionada por lo que hace y agradecida con la vida, que le apasiona conocer lugares, culturas y personas. "Creo que la clave para vivir una vida plena está en volver a la esencia, en encontrar el equilibrio."

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